Saturday, 16 February 2019

¿Por qué habituarse?


Cuando sales a estudiar a los primates en lo salvaje hay muchas cosas que considerar ¿Qué quieres descubrir? ¿Qué especie/s respoderá/n mejor tu pregunta? ¿En qué hábitat viven los primates? ¿Ese país es seguro para viajar? Mientras vas acortando esas opciones estás limitando tu sitio de estudio. ¿Vas a ir a un campo establecido donde los primates ya están habituados a la presencia de personas o te vas a ir a establecer en un sitio  y habituarte a una nueva población?
Habituación ¿Qué es eso? La habituación es un proceso continuo por el cual los animales de estudio pierden el miedo a los humanos a través de la exposición neutral frecuente a los investigadores. La pérdida del miedo eventualmente lleva al sujeto del estudio a ignorar a los observadores. Los estudios de comportamiento de primates no habituados producen muy pocos resultados, ya que a menudo no es posible observar comportamientos naturales, ya que tienden a huir lo más rápido posible o solo amenazan a los observadores.
Qué tanto se demore este proceso depende tanto de la especie de primate con el que estás tratando y la situación en el sitio. Los galágidos (Galago sp.) pueden habituarse en una hora,  el babuino chacma (Papio ursinus) en 2-5 meses y el gorila occidental de llanura (Gorilla gorilla) puede demorarse entre 5-15 años (Williamson & Fiestner, 2011). Cuando yo llegué a Laguna Blanca los monos capuchinos no estaban en lo absoluto habituados y los monos más viejos habían sido cazados casi definitivamente durante sus vidas. Yo sabía que no sería fácil, pero no sabía cuán difícil.

Fotot: Anna O'Riodan
Encontrar a los capuchinos fue el desafío número uno. Hay varias formas diferentes de encontrar a tus primates. Puedes sentarte y esperar en un área por el cual sabes que pasarán; puedes caminar alrededor del rango de su hogar buscándolos o proveyendo a los animales en ubicaciones seleccionadas (aunque esto tiene sus propios riesgos y debería realizarse con cuidado) El fragmento de bosque en Laguna Blanca tiene un sistema de senderos que nos permite llegar a través de la densa y espinosa vegetación. Los capuchinos no son las criaturas más silenciosas. Son forrajeros bastante destructivos y el movimiento en los árboles puede ser escuchado desde una buena distancia. El ruido de los capuchinos moviéndose en los árboles era mi señal auditiva, alertándome de su presencia mucho antes de verlos. Una vez que podría localizarlos siempre era tentador esconderme de ellos y observar su fascinante comportamiento, pero para lograr la habituación tienes que ser visto, incluso cuando sabes que eso significa que ellos se alejarán.
El sistema de sendero del Bosque en Laguna Blanca.
Capuchino subadulto comiendo en un árbol de Ka’i kagua    

Durante mis primeros meses, cuando trataba de encontrarlos, siempre huían. Era frustrante por no decir menos. Mientras el tiempo pasaba, empecé a pasar más y más tiempo con ellos. Los adultos me amenazaban y rompían ramas que luego me arrojaban, todo esto mientras los juveniles jugaban a quiénes se acercaban más a mí. Ahora, casi 4 años después. El grupo O está mucho más habituado a mi presencia que el Grupo F y lentamente ir conociendo sus personalidades ha sido tan apremiante. Aún me amenazan a menudo, al estar bastante molestos, me arrojan palos. Sin embargo, ahora toleran mi presencia y me permiten echar vistazos a sus vidas. Ha sido un largo camino para  llegar a este punto, pero cuando veo a los monos alimentándose o acicalándose siento el privilegio y me siento encantada de cuán suertuda soy por pasar tanto tiempo con estas fascinantes criaturas.
Mi chico Damien. Él siempre será mi favorito

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