Mi proyecto financiado por National Geographic se divide en tres secciones, basadas en los tres principios de la Fundación Para La Tierra: investigación científica; compromiso comunitario y educación.
Hablemos sobre la investigación científica.
Esta parte de mi proyecto es también el estudio que he estado haciendo
para mi PhD (Ciencia de la Conservación) con la Universidad de Aberdeen. Estoy
trabajando para determinar los requerimientos ecológicos del capuchino de Azara
en el original y afectado Bosque Atlántico del Alto Paraná.
Hay tanto que quiero saber sobre cómo esta increíble pequeña especie se
maneja con la masiva escala de destrucción en este bosque. ¿Cambia la
composición y tamaño de sus grupos? ¿Cambia el rango de distribución? ¿Tienen que alterar sus dietas? ¿Pueden alterar sus dietas? ¿Utilizan el
espacio disponible de manera diferente? ¿Cómo afecta el nivel de perturbación
del hábitat a sus actividades?
¡Tantas preguntas! Pues ¿cómo trato de responderlas?
Paso 15 días al mes en mi sitio de campo en Nueva Gambach, con un
pequeño grupo de voluntarios quienes vienen a ayudar y aprender sobre la
colección de datos conductuales. Nos levantamos y salimos de la casa como media
hora antes de la salida del sol, de esta manera podemos llegar al sitio de los
monos antes de que despierten. Cada media hora (o cuando los monos se mueven
más de 100m) marcamos el GPS con nuestro aparato. Tan pronto como se despiertan
usamos una técnica llamada “scan sampling” para registrar el comportamiento de
cada individuo visible cada minuto. Mi grupo focal tiene 22 individuos [tres
adultos machos, seis adultas hembras, siete subadultos (tres hembras, dos
machos y dos de sexo indefinido), tres juveniles (un macho, una hembra y uno de
sexo indefinido) y tres infantes]. Esto hace que el registro de datos sea un
enorme desafío. Estos monos son muy activos, de rápido movimiento y el hábitat
es denso y difícil para moverse a través de él.

Usamos
dictáfonos para registrar el comportamiento como una única manera de
asegurarnos de que no estamos pasando nada. Créanme, he tratado todo. El número
de veces que me he tropezado y caído mientras trataba de escribir cosas en la
hoja de datos y miraba arriba han quedado atrás. ¡Ahora lo hago grabando audios
de voz!
Primero, registramos la identidad de los individuos, o al menos edad y
sexo. Los capuchinos no presentan dimorfismo sexual de manera obvia y discernir
esto puede ser desafiante para los nuevos estudiantes. Tiendo a buscar indicadores
físicos primero – la forma y tamaño del penacho, cicatrices obvias (una de mis
hembras subadultas está perdiendo un ojo) o si hay alguna clara diferencia en
la coloración (uno de mis machos adultos en Laguna Blanca tenía un gran mechón
de cabello blanco que sobresale de la parte posterior de su cabeza negra) Los
machos y hembras adultos son los más fáciles de diferenciar. Los machos son
grandes y robustos. Las hembras son más sutiles y tienen penachos frontales
ridículamente formados. Tenía una hembra llamada Alien en el Grupo O en Laguna
Blanca, la cual parecía que un platillo volador había aterrizado en su frente,
y otra hembra en el Grupo F que parecía que alguien había pegado pompones en su
cara. Muy distintivos. Con los subadultos y juveniles es mucho más difícil.
Lucen muy, muy similares y para positivamente sexarlos (determinar su sexo) tienes que echar una
mirada a sus genitales.
Una vez que sabemos a quién estamos mirando, registramos a cuántos metros de altura en el árbol está el individuo, lo que está haciendo y si algún otro individuo está dentro de los 1m. Si el individuo está comiendo, necesitamos registrar lo que está comiendo y cualquier otra información útil como de qué manera está procesando la comida o si está usando una mano en preferencia sobre otra.
Cuando los monos empiezan a moverse las cosas se vuelven incluso más
difíciles, y a menudo incluso más divertido. Necesitas tratar de permanecer con
ellos el mayor tiempo posible. No siempre es fácil. De
hecho, más a menudo no es posible. Puedes terminar muy atascado en un pantano, al
tratar de mantener tu equipamiento seco y continuar siguiéndolos. O gatear entre tacuaras (bambú) punzantes. O saltar al río para tener
una mejor vista. A veces es más fácil rodear por el borde del bosque y tratar de cortar
el camino hasta su siguiente sitio de alimentación. Muchas veces los perdemos y
debemos pasar horas andando por el bosque en silencio, agudizando nuestros
sentidos ante un sonido de alarma.


